SIN AGUA NI COMIDA EN JUCHITÁN; LA AYUDA LLEGA A CUENTAGOTAS



 

JUCHITÁN DE ZARAGOZA, Oax.- Ante las graves afectaciones en la estructura física y la aguda escasez de alimentos y agua, este pueblo zapoteco ha pasado del dolor por la devastación causada por el terremoto, al reclamo, debido a que la ayuda gubernamental es insuficiente para atender a los damnificados.

Conforme pasan los días, el recuento preliminar de los daños crece y ahora se registran afectaciones en al menos cinco mil viviendas, sin contar edificios comerciales, que se traduce en 50 mil habitantes en desgracia.

Una vez que agentes de la Policía Federal, Ejército y la Marina Armada de México han comenzado a retirar los escombros, se vislumbra con más claridad la magnitud de la tragedia.

En avenidas, calles y callejones de Juchitán, cientos de casas se vinieron abajo.

Entre los escombros escapa el olor a muerte, por el hedor de los cuerpos de quienes fallecieron aplastados y sus restos aún permanecen atrapados.


Afuera, cuidando lo que quedó de su propiedad o sentados bajo una sombra, los damnificados están en espera de apoyo de los gobiernos federal o estatal, pues la gente se queda sin comida y agua.

“Necesitamos agua y comida, es lo que urge”, “¡Mire, mire!, cómo quedó mi casa”, “Nadie se ha aparecido por aquí por lo menos a decirnos una palabra de aliento”, “¿Quién está llevando la lista donde se anota uno por las casas caídas?”, “¡Pinche gobierno, já!, nada más se acuerda de nosotros cuando hay elecciones”, reclaman los damnificados.

Dos días después del terremoto, la preocupación por la escasez se agudiza pues las despensas entregadas por el gobierno no atenúan las necesidades.


La escasez se origina por el cierre de las tiendas departamentales y almacenes debido a los daños, además de la falta de energía eléctrica y el temor a saqueos.

Ante esto, la población se ha volcado a los alrededores de lo que fue el Mercado Municipal 5 de Septiembre, donde se han instalado los comerciantes, para adquirir los tradicionales productos de este pueblo zapoteco, como: totopo, camarón, queso, huevo de tortuga, tamales y elotes.

Las tortillerías son los únicos establecimientos que abren sus puertas aunque las filas son kilométricas.


“Por lo menos ya podemos comer totopo o tortilla con queso”, ataja una mujer vestida de nahua y huipil.

Sin embargo, la insuficiencia de agua constituye la mayor contrariedad porque un buen número de damnificados no puede pagar un garrafón de agua de 18 litros porque las empresas embotelladoras locales incrementaron el precio; antes del terremoto se vendía en 24 pesos y ahora, hasta en 50 pesos.

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